¿Por qué El regalo
prometido es una de las películas favoritas en la época navideña?
José Luis Bautista
Vallejos
En la temporada de fin de
año, la población occidental tiene un repertorio de films que goza de su
predilección. Sin duda, una de las películas favoritas en esta época navideña
es El regalo prometido (Jingle All the Way, 1996, dirigida por Brian Levant).
Esta película ha sido del agrado del público, a lo largo de varias
generaciones, debido a que es una exaltación a la figura del padre.
Efectivamente, Jingle All
the Way es una película circunscrita al mundo occidental, donde los roles de
género están plenamente definidos. A raíz de ello, dentro de una familia, la
madre es quien suele llevarse el mayor crédito, casi como una institución
dentro del núcleo familiar que es pilar en una sociedad y, por ende, de un
Estado. Eso explica por qué tanto el día de la madre como el día de la mujer
son celebrados con ahínco, emoción y hasta devoción. La figura del padre, sin
embargo, queda muy depauperada, puesto que solo se le considera como un
proveedor de bienes materiales en el hogar; inclusive, se le ve como un ser
egoísta que no desarrolla la parte afectiva en la familia. Esta película, por
el contrario, reivindica el preponderante rol, tanto material como emocional,
que desempeña el padre en Occidente. En efecto, esta película nos plantea que,
en realidad, él se constituye en el centro de la familia como cabeza de hogar,
sostén económico y líder preocupado por las necesidades materiales y
emocionales de los suyos. Esto lo podemos ver nítidamente en dos ámbitos que desarrolla
el film: primero, se hace una comparación del protagonista, Howard Langston,
con otros personajes; segundo, se contempla el recorrido que sigue Howard para
convertirse en héroe desde el plano del hombre común.
En la primera dimensión,
primero se compara a Howard con el vecino, Ted Maltin. Ahí vemos a un hombre
trabajador como Howard, quien respeta a su familia, y al vecino, quien está
divorciado y es promiscuo al extremo de querer estar como “gallo” con todas las
“gallinas” del vecindario. Luego, se compara a Howard con Turbo Man, esta tarea
es hecha por el hijo de Howard (Jamie) y sostenida hasta que su padre se
convierte en el mismo héroe. Posteriormente, se compara a Howard con la madre,
Liz Langston. Si bien es cierto que ella sí cumple con el rol afectivo de
cuidar emocionalmente al hijo, entonces, ¿por qué permite que el vecino suba al
techo de su casa, se introduzca en la cocina, manosee la estrella de
árbol, toque sus galletas y hasta su cintura? De hecho, ella solo se redime
triunfalmente en el momento en que golpea a Ted con un termo. Continúa la
comparación entre Howard y Myron Larabee, el cartero: Myron es alguien que no terminó una carrera
universitaria y que trabaja como cartero únicamente para sobrevivir, no le
gusta su empleo ni cómo es tratado en él, está inconforme con su esposa -a
quien acusa de adulterio- y solo busca el juguete (Turbo Man) por obligación.
En todos los casos, Howard sale victorioso.
La segunda dimensión
corresponde al desarrollo del personaje, quien pasa de ser un padre de familia
a constituirse en un héroe. Primero, el camino de Howard para convertirse
en héroe comienza con la anulación de todas las posibilidades de la autoridad
policial. Por eso, no es casual que en cuatro ocasiones, accidentalmente, se
enfrente al mismo representante de la policía, el oficial Hummell. Segundo, él se hace pasar
por detective para salir airoso de la situación en que se encontraba en un
operativo policial. Tercero, él se convierte en el centro de atracción del
desfile y llega a ser un héroe en todo el sentido de la regla, puesto que
derrota al malvado (Dementor, interpretado fortuitamente por Larabee) y rescata
al niño-víctima (su propio hijo).
En suma, Jingle All the
Way es una apología del papel del padre en la sociedad, a su relevancia como
proveedor material y emocional de su familia, rol por el que él debe
“abandonar” temporalmente a su familia para ir “de caza" en su afán de
sustentarla. En una sociedad aparentemente patriarcal, pero marcadamente
matriarcal respecto a la validación intrafamiliar, ¿acaso nadie le haría
justicia al hombre-padre? Ahí aparece esta película, pues en ella la figura del
padre queda fortalecida y, por ello, toda la familia disfruta cómo se
reivindica la representación del padre, quien es redimido en la pantalla grande.
La película muestra la reconciliación de la familia de Howard con él, y
de la sociedad entera con él, quien es un hombre común y un “buen ciudadano”
-como irónicamente señala el oficial al inicio de la película-. Y nosotros,
cuando terminamos de ver la película, también nos reconciliamos con nuestros
padres y, a través de ellos, con todos los hombres de nuestra sociedad que, con
su trabajo y esfuerzo, ayudan a garantizar que pasemos una víspera de navidad
feliz, así como todos los días del año.
Que Dios bendiga sus vidas
en abundancia.
El autor es Magíster en Literatura (Universidad Mayor de
San Andrés, Bolivia) y Magíster en Políticas de Formación Docente (Universidad
Pedagógica de Bolivia).